Hace un tiempo que empecé a prestarle atención a cosas cotidianas que a Guillermina le van a quedar para toda la vida: los desayunos en la cama, la comida casera, los tejidos hechos a mano, la preparación de los festejos, etc. Y pensando en esas pequeñas cosas, se me vinieron a la cabeza los sabores que a uno le quedan guardados para siempre.
Esta vez voy a contarles sobre esos dulces
que guardan historias de viajes. Me gusta más lo salado que lo dulce y prefiero
lo casero antes que lo comprado… en fin!!.
Cuando éramos chicos vacacionábamos en Mar de Ajo, todo el
familión materno (abuelos, tíos y primos). Parábamos en una casa un poco
alejada del centro, sobre una calle que llevaba directo al mar. Más allá de los
juegos compartidos, las comidas rodeadas de un montón de gente, la búsqueda de
almejas y los castillos de arena, una de las cosas que nunca nos vamos a
olvidar era cuando pasaba el churrero por la puerta de la casa. No había quien
no dejara lo estaba haciendo a la primer llamada de “churro”. Y es así como hoy
en día los churros, para mí, saben a vacaciones en el mar.
En mi último viaje a España, de esto hace un par de años,
volví a recordar un sabor de esos que no son muy usuales, pero siempre quedan
en la memoria emotiva. Paseando fuimos a Córdoba y mientras recorríamos la
ciudad conseguimos en una panadería los clásicos pestiños. Claro que no tienen comparación
con los que hacia una de las tía de mi mamá, pero igualmente inolvidables! Los
pestiños son masas típicas de Navidad o de Semana Santa de Andalucía, y fue
toda una alegría poder encontrarlos fuera de época. Saben a anís, a miel… a pestiños!!
Por España también, pero en otra oportunidad, fuimos con mi
hermano a recorrer Mallorca. En nuestro recorrido, subimos un montón de
montañas para luego bajarlas y encontrarnos con un pueblo encantador: Valldemossa.
Allí comimos unos panificados típicos hechos con harina de papa: "cocas de
patatas", riquísimos!!! Y de recuerdo de nuestro viaje a la isla nos trajimos
una ensaimada que nos acompañó en los desayunos y meriendas barcelonesas.
En Brasil hay pocas cosas dulces que llaman mi atención. Los
dulces brasileños tienen mucha crema o son demasiado dulces para mi gusto, pero
si hay una cosa que me vuelve loca es el "bolo de cenoura" (budín de zanahorias).
Nunca falta en los viajes de verano, acompañado de unos buenos mates, por
supuesto!
Los helados no son mi preferencia, siempre elijo los mismos
gustos: dulce de leche en cualquiera de sus versiones y limón. Pero hubo un
sabor que me animé a probar en un viaje a Roma y me dejó fascinada!! Acá en Argentina el chocolate rocher aún no existía
y aunque no se consigue como el de Italia, forma parte de mis gustos
preferidos!
El sur argentino sabe y huele a chocolate en rama...
Buenos Aires a café con medialunas...
Y el centro o norte a colaciones y alfajores con dulce de leche!
Hay viajes en los que los sabores dulces pasaron desapercibidos…
no tengo dudas, voy a tener que volver!!
Buena semana!!!!
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