Hoy les voy a contar sobre uno de los viajes que más disfrutamos en familia. Cuando Guille tenía un año hicimos una escapada a Salta y Jujuy.
Me encanta viajar y gracias a la vida, a Guillermina también!! Creo que la mejor época para viajar al norte es en otoño o
primavera (que no hace ni tanto frío, ni tanto calor). Nosotros fuimos en mayo
y nos tocaron unos días divinos! Como la gorda usaba pañales la cambiaba en el
auto, la leche la tomaba natural (de esas cajitas que vienen chicas y son practiquísimas)
y para comer pedíamos algún puré, verduras hervidas o fideos.
Humahuaca, Tilcara y Purmamarca fueron los lugares que más
nos gustaron, aunque para el próximo viaje lo ideal sería poder hacer noche en
alguno de ellos. Son lindos para ir con chicos pero no es muy recomendable para pasear en cochecito (el piso se mantiene de tierra en su mayoría)
Estos 3 lugares (y unos cuantos pueblos encantadores más del
valle) valen si uno los camina, con Guille pequeña y el viento que había ese
día, no fueron una buena combinación para poderlos recorrer.
Primero fuimos a Humahuaca, una ciudad super pintoresca de
calles angostas, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Al
mediodía la plaza central se llena de gente que espera, mirando al reloj del
cabildo, la bendición de San Francisco Solano (una estatua de madera de tamaño
natural).
Dicen que viajando se fortalece el corazón,
pues andar nuevos caminos
te hace olvidar el anterior...
Después de subir las escaleras del Monumento a la
Independencia, entrar a la Iglesia antiquísima, escuchar las coplas que recitan los niños lugareños y comprar
algunas chucherías a los artesanos, fuimos a comer en un lugar que no recuerdo
bien el nombre, está en diagonal a la Plaza y todo pintado por fuera. Adentro
no dice mucho, pero las empanadas que comimos y las milanesas de llama no
tienen comparación!!
Ya dejando esas calles tan bonitas entramos en un mercado
municipal donde compramos los populares papines, de diferentes sabores, colores y formas que después nos trajimos para cocinar en casa.
Luego pasamos por Tilcara, otra ciudad más grande pero no
menos encantadora! Nos quedaron para el próximo viaje los museos y varios
paseos. El viento nos llevó directo al lugar emblemático: el Pucará (lugar
fortificado). Uno se siente muy pequeño frente a la inmensidad de la quebrada y
lo que allí lograron los aborígenes es admirable. Este sí es un lugar para prestarles
un poco de atención a los pequeños.
Creo que a pesar de tanta melancolía,
tanta pena y tanta herida,
sólo se trata de vivir.
Ya se nos hacía tarde y nuestro próximo destino quedó casi
oculto cuando se puso el sol. Purmamarca es un pueblo pintoresco a los pies del
Cerro de los 7 Colores, sus calles son increíbles y la feria alrededor de la
plaza principal es de más lindas que recorrimos. Nos quedó la Iglesia y una caminata que nos recomendaron: el paseo de los colorados.
Seguro que al rato estaré volando,
inventando otra esperanza para volver a vivir.
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